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Esparta: Historia y Visita de la ciudad

Indice del artículo

Esparta es conocida en la historia como un auténtico bastión militar de Grecia, una ciudad en la que la disciplina, la obediencia y el apego a la autoridad, eran la base de toda crianza. En esta polis se formaban valientes guerreros y mujeres fuertes.  

Algunos estudiosos la consideran más que una acrópolis, una tribu o ethnos, ya que era habitada por pueblos diferentes.

Estaba ubicada a orillas del río Eurotas, región de Laconia, en la península del Peloponeso. Bordeada por el monte Taigeto y el Parnón, resaltaba por poseer hermosos valles.

Hoy en día, Esparta es la capital de la provincia de Laconia, una urbe dedicada a la elaboración de zumos de frutas y que dista mucho de la ciudad que surgió en la antigua Grecia.

La organización política de Esparta

Esparta fue considerada una entidad política de rango, luego de que los dorios invadieran Laconia y dominaran a la población. La forma de gobierno que predominaba era la de una monarquía aristocrática formada por dos reyes, el senado, la asamblea y los éforos.

Los reyes debían pertenecer a familias dinásticas diferentes que se creían descendientes de Hércules. Uno de ellos debía ejercer como jefe del ejército, mientras que el otro era el sumo sacerdote, encargado de administrar el culto a los dioses. Cada rey equilibraba el poder del otro, aunque no tenían poder en sí, pero se encargaban de dirigir las acciones militares en tiempos de guerra.

En tanto, el Senado o también llamado Gerusía, era integrado por los dos reyes y 28 personas mayores de 60 años de edad, provenientes de familias con prestigio en la sociedad espartana. Eran electos en la asamblea para cumplir funciones legislativas, con carácter vitalicio. Los integrantes del Senado fueron asumiendo muchas de las responsabilidades de los reyes, hasta que estos últimos se quedaron solo con la dirección militar.

Al Senado le seguía la Asamblea, integrada por ciudadanos mayores de 30 años, encargados no solo de elegir a los 28 integrantes del Senado, sino a los del éforo. Igualmente, daban el visto bueno o rechazaban las leyes presentadas por los senadores, por ello, se dice que esta instancia tenía mucho poder en Esparta. Se reunían una vez al mes.

Finalmente estaban los Éforos, un conjunto de cinco magistrados, encargados de frenar todo cambio que se pretendiera hacer a la estructura política de Esparta, en protección de los privilegios de la clase dirigente contra los reyes, periecos e ilotas.

Estos cinco magistrados, también garantizaban que los jóvenes fueran educados bajo las normas de la ciudad y en asambleas obligaban a los reyes y demás altos funcionarios a presentar cuentas de su administración.

La organización social de Esparta

Luego de la llegada de los dorios, la sociedad espartana se dividió en tres clases, diferenciadas por aspectos étnicos, económicos, políticos y culturales. A continuación, cada una de las jerarquías que tenían los habitantes de Esparta como ciudadanos.

Espartanos o iguales

Como una de las sociedades más cerradas y clasistas de Grecia, los espartanos, también llamados espartiatas o lacedemonios, eran los de origen dorio y quienes constituían la clase dominante dentro de la ciudad, siendo los únicos que podían ejercer derechos políticos y ser tratados como ciudadanos.

Los espartanos se dedicaban exclusivamente al gobierno, a los ejercicios militares, a la guerra y a la formación educativa de los jóvenes. Tenía propiedad territorial cultivada por esclavos, que eran forzados a trabajar para darle a su amo lo necesario para la alimentación.

Se dedicaban de forma exclusiva a preparase para la guerra, por lo que no ejercían ningún tipo de trabajo. Eran una minoría privilegiada, también llamada astoi, en alusión a los ciudadanos  y homoioi, que en su traducción significa pares o iguales.  

Periecos o Laconios

En orden de importancia después de los espartanos estaban los periecos o también llamados laconios, que vivían en total independencia en pequeñas aldeas, dedicados a cultivar cebada, trigo, olivo y uvas para el vino.

Eran descendientes del pueblo que estaba sometido, pero se reconocían como súbditos del gobierno de Esparta, al que servían en tiempos de guerra y cancelaban un tributo anual, ya que eran la fuerza productiva y económica de la sociedad.

Ilotas

Los ilotas eran los descendientes de las comunidades campesinas, estaban sujetos al Estado y debían trabajar la tierra, a la que no podían renunciar, ni ser expulsados. Podían tener casa y trabajar sin problemas el terreno que se les cedía para ser cultivado.  

Entre sus obligaciones estaba la de dar al propietario de la parcela que trabajaban, parte de lo que cosechaban. Debían estar listos si eran llamados para combatir en la guerra.

La Educación en Esparta

Los espartanos tuvieron una educación estricta y radical, desde muy pequeños comenzaban a ser formados para la guerra, bajo fuertes reglas que se conocían como el agogé. El trayecto a ser educado como un guerrero comenzaba desde el nacimiento, ya que el niño nacido en Esparta era sometido a una serie de evaluaciones por parte de personal del Estado, a fin de verificar si era totalmente sano.

Los bebés que presentaban alguna condición física o enfermedad, eran arrojados desde el monte Taigeto, a una altura de más de 2.400 metros, por ser considerados una carga para el Gobierno. Los niños que nacían sanos comenzaban, desde muy pequeños, a ser educados para vencer o morir.

Cumplidos los siete años, el Estado se hacía cargo de los niños, a quienes separaban de los padres, con el pretexto de hacerlos menos débiles. Eran encerrados en casas donde aprendían a leer,  escribir y superar los miedos propios de la infancia, como temor a la oscuridad y a la soledad. La educación espartana se dedicaba a formar hombres de corazón endurecido, para los que las emociones no debían superar la fuerza y la templanza.

Desde muy pequeños eran sometidos a largas jornadas de entrenamiento físico, además que debían aprender a utilizar armas de guerra, andar descalzos, pasar hambre, dormir a la intemperie  y vestir una misma ropa todo el año.

Estaban prohibidos los largos discursos, así que eran de pocas palabras; los enseñaban a ser directos y concretos, a esto se le conoció como laconismo. Se les inculcaba el respeto a los ancianos y pasaban parte de su tiempo recitando poemas propios de Esparta.

Pasaban por un ritual conocido como la diamastigosis, en el que eran azotados frente al altar del templo de Artemis Orthia, a fin de poner a prueba la resistencia física de cada uno de los jóvenes guerreros, quienes no debían quejarse o demostrar dolor.

A los 17 años pasaban a formar parte del ejército, en juramento de fidelidad a su pueblo, los dioses y a las leyes.

Quienes desobedecían se exponían a castigos que iban desde morderles el dedo pulgar, hasta recibir latigazos. Como pasaban hambre, les era permitido tomar la comida ajena, pero al ser sorprendidos eran castigados por dejarse ver.

Al cumplir 18 años la educación se endurecía aún más, lo primordial en sus vidas debía ser estar preparados para defender al pueblo, los intereses o aspiraciones personales no tenían mayor relevancia. Eran considerados soldados hasta los 30 años, edad hasta la que debían vivir en la instancia militar.

La alimentación de estos ciudadanos era fundamentalmente de frutas, por lo que tenían una contextura delgada, pero demostraban ser muy ágiles y siempre alerta. Quienes no superaban las fuertes pruebas eran tratados como periecos.   

Las niñas también acudían a la escuela desde los siete años, donde no por ser damas eran tratadas con menos dureza. Recibían el mismo entrenamiento físico, pero en ellas no se buscaba hacerlas unas guerreras, sino mujeres fuertes que a la hora de quedar embarazadas, gestaran hijos sanos.

La llegada de la madurez era para muchos una etapa de liberación, comenzaban a gozar de derechos políticos y podían casarse. Se podía decir que después de los 30 años los espartanos comenzaban a vivir su propia vida, aunque no dejaban de servir, sino hasta los 60 años.

Los hombres y mujeres espartanos fueron, quizá, los ciudadanos más estrictamente formados en la antigua Grecia, preparados para servir y defender a su pueblo. Su educación también se inclinó por los valores como el respeto a sus padres.  

Costumbres de Esparta

Esparta fue un pueblo de gente tan fuerte como sencilla, entre sus costumbres estaban unas muy severas que hoy en día siguen siendo cuestionadas y atribuidas a Licurgo, un gobernante  espartano, al que se adjudica el código de costumbres o Constitución que contenía todos los derechos y deberes de los ciudadanos.

Entre sus hábitos estaban:

  • Sacrificaban a los niños que no nacían en condiciones óptimas.
  • Formaban a sus guerreros desde la infancia, bajo estrictas normas de obediencia y disciplina a sus autoridades.
  • Los varones de más 7 años de edad eran enfrentados entre sí, esto como parte del entrenamiento para la guerra.
  • Los pequeños guerreros eran obligados a pelear por un trozo de queso, un espectáculo anual, en el que se enfrentaban con otros por el alimento y recibían latigazos de sus profesores. El que se quedara con la mayor cantidad de queso recibía el título de Bomonike.
  • Las niñas era educadas con la misma rigurosidad, aunque su rutina de ejercicios y entrenamiento eran más suaves, practicaban desnudas, por ser iguales con los hombres. Eran muy bien alimentadas y respetadas como madres.    
  • El matrimonio era obligatorio y quienes no se casaban debían darle vueltas a una plaza. El adulterio era permitido, incluso había quienes vivían con sus cónyuges y otras parejas, bajo el mismo techo.
  • Vivian en casas construidas con madera tallada.
  • Vestían a diario de forma sencilla, decorosa y sin perfumes. Cuando iban a la guerra se esmeraban más por lucir un atuendo adecuado.
  • Los caballeros que estaban casados no comían en sus casas, sino que se reunían en fidicia, que eran grupos de 15 hombres. La gastronomía era variada y tenían la llamada sopa negra como plato fuerte.

¿Por qué Esparta fue el pueblo guerrero más famoso de la historia?

La historia reconoce a Esparta como una potencia militar de la Grecia antigua, no solo por su dominio táctico, sino por haber participado en las llamadas Guerras Médicas, en la que los griegos pelearon contra los persas en defensa de su territorio.

La más famosas de las batallas y la que le dio mayor importancia como pueblo valiente y guerrero, fue la de las Termópilas, en la que 300 soldados, liderados por el rey Leónidas, se enfrentaron a muerte por varios días, contra un ejército persa de casi 200.000 hombres, hasta que vencieron.

A pesar de haber perdido varios de sus luchadores, los espartanos se anotaron un gran triunfo al vencer a sus contendores que los superaban no solo en número, sino en armas y poderío. A esta batalla ganada le siguió la victoria de Platea, donde las tropas de Esparta hicieron replegar a sus adversarios.

Este pueblo de hombres de batalla, se enfrentaba de manera férrea a sus enemigos, no había otra opción que vencer, por lo que desarrollaron eficaces técnicas de concentración y control de sus ataques. Los hoplitas o guerreros peleaban ordenados, en falange, que eran formaciones de  ocho filas, ubicadas paralelas al enemigo. Atacaban de manera frontal ataviados con pesadas armaduras.

En la modernidad hace falta de mucha imaginación para lograr disfrutar de la zona en la que se enfrentaron los valientes guerreros en el año 480 a.C. Hoy, este campo de batalla está convertido en una modesta ciudad rodeada de edificios y comercios, propio de los nuevos tiempos. De aquella gesta solo queda la estatua del rey Leónidas y la huella histórica del pueblo más guerrero de Grecia, el que selló para siempre el mundo occidental de manera victoriosa.